La Escuela, frente a la necesidad de adaptarse a los nuevos desafíos educativos, requiere una visión diferente que potencie, entre otros aspectos, el modo de liderar desde los equipos directivos. La visión heróica o un modo dictatorial tienen poco encaje en nuestra Sociedad plural y participativa que demanda una Escuela centrada en el aprendizaje del alumnado.

“La creciente importancia del liderazgo escolar ha ido de la mano de un contexto educativo cada vez más complejo, con altas expectativas de mejora en los resultados, la búsqueda de equidad y de calidad, inclusión y atención a la diversidad de estudiantes, proceso que se acompaña, a la vez, de una mayor responsabilidad y exigencia de rendición de cuentas por parte de los directores.” (Jolonch, 2019)«

Adaptarse a los cambios sociales, transformar el contexto, luchar por el bien común, la igualdad plena entre hombre y mujeres o defender la lucha climática son aprendizajes vitales (entre otros) para una Sociedad que ha puesto el foco en la mejora de los procesos de aprendizaje en la escuela. Ese paso de la Sociedad de la Información a la Sociedad del Conocimiento, donde el valor más apreciado se traslada de la acumulación hacia la capacidad de crear conocimiento, ha transformado la exigencia de la Escuela. Además un nuevo impulso por transformar y ser agente de cambio en el entorno cercano está determinando el propio devenir de la misma y los procesos de innovación educativa que se producen en ella.

Ante este contexto las Escuelas requieren un liderazgo de los equipos directivos consciente del impacto de sus acciones. Bolívar (2019) recoge en el Marco Español para la Dirección Escolar e Identidad Profesional que “la investigación comparada pone de manifiesto que, después de la calidad y trabajo del profesorado, el liderazgo centrado en el aprendizaje es el segundo factor interno a la escuela que más relevancia tiene en el logro del aprendizaje”. El propio Fullan (2016) ya indicaba que debíamos ser conscientes del impacto indirecto del liderazgo en los propios resultados del alumnado por lo que no podíamos obviar los procesos previos que están, o deberían estar, centrados en la didáctica del profesorado, más bien, “la acción prioritaria se debería dirigir a crear contextos de aprendizajes, focalizados por unas expectativas claras de niveles de consecución” (Bolívar, 2019).

Por tanto, el liderazgo educativo importa e importa mucho. Resulta que las propias acciones de influencia (principalmente del equipo directivo) en el contexto pedagógico y curricular de un centro tienen consecuencias positivas en el aprendizaje del alumnado, sobre todo, si éstas están enfocadas a la mejora de dicho contexto, por encima de dar respuesta a las necesidades administrativas y/o burocráticas. ¿Pudiera ser que aquellos líderes o equipos directivos que dedican más tiempo a tareas pedagógicas/curriculares en detrimentos de otras, mejoran los resultados académicos y el aprendizaje del alumnado? Pues sí, “aquellos que consiguen que sus estudiantes aprendan, son los que más tiempo dedican a tareas curriculares” (Murillo et al., 2015), por encima de tareas administrativas. Es más, el propio estudio recoge que aquellas variables que muestran mejores resultados, en relación a la mejora de los aprendizajes del alumnado, “lo son dado que dedican más tiempo a tareas pedagógicas y menos a las administrativas”.

Concluyendo…. el liderazgo importa (no descubro nada nuevo…) pero yo me cuestiono ¿no estaremos ante la medida con mejor relación entre los recursos empleados y los resultados obtenidos (eficiencia) que se podría implementar en nuestro sistema educativo para obtener mejores resultados de aprendizaje del alumnado?